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lunes, 13 de diciembre de 2010

Jugando a cortar cabecitas y brazos - Criminalidad infantil - Ivette Durán Calderón


Jugando a cortar cabecitas y brazos - Criminalidad infantil

Alguien puede nombrar algún país cuyas leyes sancionen los delitos “de adultos” perpetrados por niños?

Niños hasta los 13, 14, 18, amparados por la ley de sus respectivos países. Sin que ninguno tenga claro dónde comienza el orden y donde termina la inocencia infantil.

“Estoy jugando a cortar cabecitas y brazos”, sería la frase que dice un niño cuando se le encuentra responsable de un desmembramiento, decapitación o salvaje descuartizamiento.

Tan inimputables como salvajes, la pérdida de su candidez es aprovechada por los desalmados criminales organizados que conocen perfectamente la ausencia de leyes o la falencia de las mimas para utilizar sicarios a cambio de paupérrimas retribuciones, encomendándoles siniestras tareas para satisfacer sus ansias de poder, venganza, resentimiento, ambición, maldad y enriquecimiento ilícito.

Urgen políticas de acción claramente estructuradas para elaborar Planes de Prevención y Alerta Temprana, no podemos conformarnos con lamentar lo que ante nuestros ojos sucede, debemos evitar que suceda aquello que daña a la sociedad y mata el presente, los niños son el presente, pensemos en ellos, con educación, escuelas, vertebración de carreteras para el fácil acceso a centros escolares, no basta abrir una escuela en áreas rurales, también se deben abrir y mejorar los caminos que conduzcan a ellas.

La responsabilidad de la educación no debe recaer solamente en los progenitores, sino en la sociedad en general. – Ivette Durán Calderón

Vamos a la noticia:

Estadounidense sicario a los catorce años

La mayor amenaza sobre niños y adolescentes son los grupos de criminales que los reclutan, los embrutecen y los mandan a matar, a robar, a extorsionar, a prostituirse y a morir

Uno de los más temibles sicarios en la guerra del narcotráfico contra el Hemisferio Norte es un muchacho de catorce años, mexicano de origen pero nacido en los Estados Unidos y ciudadano de ese país, respecto al cual no está claro lo que se debe hacer. El monstruo, "menor infractor" en el lenguaje judicial salvadoreño, asesina, descuartiza, asalta y perpetra los más horripilantes crímenes por orden de las bandas, que aprovechan los resquicios en las leyes y usan a niños, como sucede en nuestro suelo.

Estos huracanes son la cosecha de los vientos que se han venido sembrando durante décadas, o en otra frase, son lodos de aquellos polvos. El primer paso fue dado hace medio siglo por presión de los sindicatos estadounidenses: se prohibió el aprendizaje. Más tarde fueron las restricciones al "trabajo infantil" y luego, hace 16 años, la promulgación de la "Ley del Menor Infractor". Esas magnánimas disposiciones en favor de la niñez y la adolescencia han terminado en las maras, los asesinatos y descuartizamientos, el cobro de "renta" y lo que con espanto para los Estados Unidos salió a luz esta semana.

Pocas veces se demuestra con mayor contundencia el que "hipócritas sensiblerías pavimentan el camino al infierno".

El uso de niños como soldados, sicarios, cobrarrentas, descuartizadores y lo que cae en lo criminal, es un delito que no prescribe en las cortes internacionales. Hace unos meses fue juzgado y condenado en La Haya un guerrillero --"warlord"--, bandido africano, por hacerlo hace más de veinticinco años en una de las innumerables guerras del Continente Negro. Ver niños en uniforme, armados y desplegados en Sudán, Congo, Liberia y Sierra Leona, es rutinario, conmovedor, terrible.

Niños sin hogar y hogares sin niños

Lo grave es que eso suceda en nuestro Hemisferio, en Ciudad Juárez y tan cerca de nosotros. Menores de edad han perseguido y martirizado a los centroamericanos en su amargo y riesgoso paso por México hacia el Norte; todo eso se repite aquí, como se puso en evidencia en el dramático reportaje gráfico del asesinato de un joven que publicó La Prensa Gráfica y por el que fue sancionada.

Es decisivamente importante ocuparse de los niños, de su formación, protegerlos, ayudarles a ser felices en la medida de lo posible, a impedir que sean instrumentalizados, pervertidos, atropellados.

La mayor amenaza sobre niños y adolescentes son los grupos de criminales que los reclutan, los embrutecen y los mandan a matar, a robar, a extorsionar, a prostituirse y a morir. Les roban su alegría, su niñez, su futuro.

Tampoco ayuda a los niños la compasión artificial, los montajes que se levantan supuestamente para darles afecto y hogar a los vapuleados y a los abandonados, pero que sirven más a los intereses de los que medran a la sombra del aparataje de la "ternura y amor como oficio".

Sospechamos que eso está detrás de los congregados en Buenos Aires, hace poco, como de la asistencia oficial en nuestra tierra. Es sintomático que en el último par de años y debido al cúmulo de exigencias y falta de entendimiento, apenas un par de adopciones han sido autorizadas por las entidades estatales.

Como hemos dicho muchas veces, es una tragedia que haya tantos niños sin hogar pese a anhelarlo con toda la fuerza de sus corazones, como tantos hogares que no consiguen niños pese a luchar por ello.Fuente elsalvador.com/LIVDUCA